Apocalipsis 2:4-5a (Biblia en Lenguaje Sencillo)
4 'Sin embargo, hay algo que no me gusta de ti, y es que ya no me amas tanto como me amabas cuando te hiciste cristiano.5 Por eso, acuérdate de cómo eras antes, y vuelve a obedecer a Dios. Deja de hacer lo malo, y compórtarte como al principio.
Aquel momento fue memorable, nos sobrecogió una alegría más allá de cualquier descripción y es que la emoción era tan fuerte que no nos cabía en el corazón, por vez primera habíamos aceptado el perdón del Señor en nuestras vidas. Estábamos tan felices que teníamos que compartir aquello con todos los que nos rodeaban, nos asegurábamos de que todos a nuestro alrededor supieran que éramos salvos, que nos sentíamos hijos e hijas del gran Rey.
Pero poco a poco esa emoción iba desapareciendo, ya no encontrábamos el mismo placer en los cultos, en la adoración en la alabanza en las predicas, todo aquello que un día nos hizo felices ahora parecían formalidades vacías sin mucho sentido, y es que, sin darnos cuenta habíamos enfocado nuestra relación en una emoción, en un sentimiento, habíamos dejado de lado el razonamiento y sólo nos aferramos a la euforia del momento, pero eso pasó.
Hoy al ver a alguien regocijarse como un día lo hicimos nos embarga una pena, una añoranza por aquellos días en los que también nos sentíamos igual, pero ¿qué hacer?, parecería que hemos caído tan bajo, que hemos llegado tan lejos que ya no hay remedio.
Pero El nos dice que aun hay tiempo, que El nos sigue esperando, que empecemos a creerle a El, no porque lo podamos sentir, pero porque tenemos la certeza de que El está hay, que recordemos todo cuanto El ha hecho por nosotros, como nos ha cuidado, como ha provisto, como nos ha dado fuerzas para seguir cuando ya no podíamos, El siempre ha estado ahí, lo sintamos o no.
Hoy nos sigue llamando a revivir ese primer amor, esa primera felicidad, que volvamos a sus brazos que abiertos están para recibirnos y darnos el consuelo que nuestros espíritus abatidos buscan, vuelve a El te está esperando.
Pero poco a poco esa emoción iba desapareciendo, ya no encontrábamos el mismo placer en los cultos, en la adoración en la alabanza en las predicas, todo aquello que un día nos hizo felices ahora parecían formalidades vacías sin mucho sentido, y es que, sin darnos cuenta habíamos enfocado nuestra relación en una emoción, en un sentimiento, habíamos dejado de lado el razonamiento y sólo nos aferramos a la euforia del momento, pero eso pasó.
Hoy al ver a alguien regocijarse como un día lo hicimos nos embarga una pena, una añoranza por aquellos días en los que también nos sentíamos igual, pero ¿qué hacer?, parecería que hemos caído tan bajo, que hemos llegado tan lejos que ya no hay remedio.
Pero El nos dice que aun hay tiempo, que El nos sigue esperando, que empecemos a creerle a El, no porque lo podamos sentir, pero porque tenemos la certeza de que El está hay, que recordemos todo cuanto El ha hecho por nosotros, como nos ha cuidado, como ha provisto, como nos ha dado fuerzas para seguir cuando ya no podíamos, El siempre ha estado ahí, lo sintamos o no.
Hoy nos sigue llamando a revivir ese primer amor, esa primera felicidad, que volvamos a sus brazos que abiertos están para recibirnos y darnos el consuelo que nuestros espíritus abatidos buscan, vuelve a El te está esperando.
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